En cuanto al diagnóstico de la
situación expliqué con una presentación en inglés “la escalera del KAM”. Se
trata de un esquema de cuatro escalones en el que debemos situar a nuestra
empresa como proveedora de productos o servicios a una gran cuenta.
Nivel 1: Para el cliente eres sólo un “commodity broker”. Eres un operador
prescindible que oferta un producto más y en el que el único factor que
realmente influye en la compra es el precio. Tu situación es peligrosa porque la
lealtad del cliente es nula y corres riesgo constante de salir de su lista de proveedores.
Nivel 2: Eres, al menos, un proveedor. No eres ni de lejos la
referencia del segmento, aunque tu producto o servicio es ya diferenciable del
resto, lo que quizá pueda servir como argumento de venta por aportar al cliente
ciertos beneficios que la competencia no puede. La fidelidad es muy baja y
sigues expuesto a una sensibilidad enorme al factor precio.
Nivel 3: Aportas valor añadido: Eres un proveedor bien considerado y
el cliente entiende que puedes ayudarle a alcanzar sus objetivos. Compruebas
que ya el precio no es el único factor de negociación y el cliente te pide
ayuda en estudios de mercado, promociones, etc. Tu opinión tiene valor y hay
una relación cercana. Ha aumentado la fidelidad.
Nivel 4: Business Partner: El
cliente te entiende como un socio. Los objetivos de ambas organizaciones están
alineados y buscáis el crecimiento de la mano el uno del otro. Como aliado en
el negocio tu asesoramiento estratégico y tu visión forman parte de la
estrategia del cliente. Existe una relación sólida y de largo plazo. El precio es
un elemento de negociación de importancia menor porque hay una gran confianza. Disfrutamos
de la fidelidad de nuestro socio.
Si las grandes cuentas forman una
parte importante de tu negocio, te recomiendo hacer un severo diagnóstico de
situación para ubicarte en alguno de estos cuatro peldaños. O mejor aún:
pregúntate en cuál de los cuatro estados crees que te sitúa tu cliente. Si no
te sientes en la el piso más alto de la escalera, haz un listado de las razones
por las que crees que ocupas ese puesto y a partir de ahí hablaríamos de cómo
conseguir alcanzar el siguiente peldaño: diferenciación de la oferta, plan de
relaciones, alineación de objetivos, etc.
Me gusta mucho una frase que, a
menudo, cita el escritor Antonio Gala: “El amor no se dice; se hace”. Creo que es
aplicable al problema de la fidelidad de clientes. De sobra sabemos que en el
contexto actual es imprescindible. ¿Entonces a qué esperamos para implantar un
programa concreto en la empresa para conseguirla?.
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